Un verano de juego y aprendizaje para infancias que buscan a un familiar

Un verano de juego y aprendizaje para infancias que buscan a un familiar

Infancias que buscan a un familiar. En conjunto con colectivos de búsqueda, organizamos un taller para niñas y niños, quienes convivieron, jugaron y realizaron actividades relacionadas con los valores.

 

“Carlitos” acompaña frecuentemente a su mamá a buscar el cuerpo de su papá, quien desapareció hace tiempo. Cada vez que asiste a alguno de los parajes de búsqueda lleva consigo una botellita con agua, y utiliza un palo para remover la tierra. Él es uno de los 60 niños y niñas que participaron en el primer taller de verano diseñado por colectivos de búsqueda y por Construyendo Paz, con apoyo de empresas y dependencias de gobierno. El objetivo: la convivencia, el juego, la diversión y la práctica de valores.

 

Como “Carlitos”, muchos niños y niñas se ven obligados a asistir a las búsquedas para acompañar a sus madres o abuelas, al carecer de otro familiar que los cuide mientras ellas buscan.

 

 

Participación ciudadana para la construcción de paz positiva

 

El taller de verano

Durante dos días en el parque “Amistad”, en la colonia del mismo nombre, los cerca de 60 niños y niñas participaron en divertidos juegos y dinámicas con objetivos de fondo: fomentar los valores, el trabajo en equipo, la empatía, la paciencia; promover la equidad para la igualdad a través de la organización y desarrollando habilidades; así como saberse valiosos, que su voz es importante, y deben sentirse libres de opinar, resolver, ayudar y recibir ayuda. 

 

Al llegar eligieron una camiseta del color de su preferencia y reunidos en un círculo se presentaron diciendo su nombre, edad y su comida favorita. De fondo sonaba música infantil. Todos reían con las coincidencias en cuanto a gustos y hábitos alimenticios.

 

La principal actividad convocó a la conformación de cuatro equipos divididos por el color de su camiseta. El equipo verde, azul, rojo, blanco y amarillo recibieron un número y se dirigieron a una de las cinco estaciones: equidad, paciencia, arte y “chapuzón”. 

 

En la primera estación, “Equidad”, las y los niños se organizaron para alcanzar el mismo nivel. Cada equipo se esforzó por lograr el objetivo utilizando cajas, o agachándose para lograr la igualdad, pese a que las edades eran diversas: dos, cuatro, seis y hasta 10 u 11 años. 

 

“Aprendimos que todos tenemos que trabajar juntos para ser iguales. No importa la edad, todos somos iguales”, dijo “Jorgito”.

 

Otra de las estaciones, “Paciencia”, convocó a los niños y niñas al respeto y empatía. Con una cuchara en la boca, trasladaron una pelotita a la cuchara de su compañero. Antes, debían caminar en zigzag, sorteando algunos conos. 

 

“Nos pidieron que no nos desesperáramos y que, si se nos caía la pelotita, volviéramos a intentarlo. También, los conos representaban obstáculos que siempre tendremos que vencer en el camino. Fue divertido y aprendimos mucho”, dijo “Mary”. 

 

En otra de las estaciones, los niños y niñas debían utilizar piedras, tierra, hojas de árboles o flores para dar color a un dibujo, y en “Chapuzón”, las infancias mitigaron las altas temperaturas pasando una esponja con agua por encima de ellos, a fin de hacerla llegar a su compañero sentado detrás.

 

 

Acompañamiento a madres buscadoras

 

Alegría para las infancias 

Martha Beatriz Vega Ruiz, integrante de uno de los colectivos de búsqueda indica la importancia de este tipo de actividades para las infancias que enfrentan problemáticas como las de estas niñas y niños.

 

“Quisimos hacer algo que los sacara de ese dolor que no saben cómo explicar, pero que lo sienten y a veces lo vemos. Hay niños que se vuelven retraídos, que no se juntan con otros, que se aíslan; tratamos de darles un momento de escape a esos sentimientos que no saben canalizar o explicar. Es un momento de relax para todos, la convivencia”.

 

“Desafortunadamente las infancias sufren hasta ser invisibles a veces. Los padres que sufren indirectamente esta pena de la desaparición se abocan a buscar a la persona desaparecida, y se deja a un ladito a estos niños que no saben qué pasa. Sufren la ausencia, pero no saben qué pasó. Entienden, son mucho más sensibles de lo que pensamos. Ellos captan, son más inteligentes de lo que pensamos. Analizan: qué pasa, por qué ya no está mi papá, a dónde se va mi mamá y me deja solo. Me abandonaron mis papás. Papá no aparece y mi mamá se desaparece porque ella anda en búsqueda, en trámites; el niño sufre eso en silencio. Muchas veces hay niños que no dicen nada, y lo sufren en silencio”.

 

 

Nacer en un centro penitenciario

 

Actividades concatenadas para estas infancias

Las y los niños a quienes se dedican estas actividades deben saber que no están solos y que Culiacán es una ciudad de oportunidades, comenta Javier Llausás Magaña, director de Construyendo Espacios para la Paz.

 

“Se trata de actividad concatenadas. Iniciamos con un acompañamiento a una búsqueda. Ahí vimos que había niños. Nunca hemos hablado de los niños, por eso quisimos hacer eso. Iniciamos el 30 de abril, organizamos una pequeña fiesta y decidimos empezar a hacer una serie de actividades. Este es el primer taller de verano”.

 

“La desaparición es más dolorosa que el homicidio. Estos niños siguen esperando a sus papás o a sus mamás y eso no se vale. Queremos romper ese ciclo, que tengan un plan de vida diferente. Les haremos pruebas de orientación vocacional, damos seguimiento a las y los niños. Hay voluntarios que levantan la mano en los informes de paz.

 


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