Sinaloa, historia de éxito

Sinaloa, historia de éxito

Por Santiago Roel

Sí, ya sé lo que están pensando: Sinaloa no es tierra fácil. Es la cuna del cartel del mismo nombre y de personajes internacionalmente famosos por producir y distribuir drogas.  Sí, el 17 de octubre del año pasado Culiacán fue muestra del poderío de estos grupos.

Todo eso estaba en mi mente cuando hace varios años me contactaron un grupo de ciudadanos sinaloenses con el firme propósito de lograr la paz para su estado.

Lo primero que hice fue invitarlos Sonora para que observaran la metodología del Semáforo Delictivo en acción. En Hermosillo realizábamos reuniones mensuales con autoridades locales, municipales, federales y militares; con ciudadanos y con medios de comunicación, en donde analizábamos el Semáforo Delictivo y tomábamos decisiones.

Eran dos reuniones: una con policías y otra con el DIF, Desarrollo Social, Deportes, Instituto de la Mujer, Instituto de la Juventud y demás organismos y dependencias de impacto social.

Cada mes analizábamos las estrategias exitosas y las fallidas, cada mes afinábamos la puntería, cada mes aprendíamos de la experiencia de cada quien. Un plan emergente y continuo, colectivo, democrático y pragmático. Un equilibrio dinámico.  Esa es la metodología del Semáforo Delictivo y en aquel entonces, Sonora era el más claro ejemplo de su buena aplicación.

El camino en Sinaloa no fue fácil. El gobierno estatal se resistía, pero los ciudadanos insistieron con terquedad hasta que se aceptó la propuesta y pudimos arrancar el programa del Semáforo Delictivo. Un ciclo permanente de cinco etapas: Focalizar, medir, comunicar, tomar decisiones y evaluar. Iteración mensual. Nuevos paradigmas: prevención, inteligencia colectiva y enfoque integral social-policiaco; capacidad de auto-ordenamiento del sistema; información como elemento ordenador; evaluación y participación de todos; aprendizaje continuo; fragilidad y anti-fragilidad.

La mayor parte de las reuniones son públicas, así lo exige nuestra metodología pues la paz es un tema de todos y para todos. Nada de reuniones a puerta cerrada entre las élites políticas y económicas porque no hay palanca más poderosa y sabia para mover al sistema que lo público. Nada de derecho de picaporte con la autoridad a cambio del silencio. La inteligencia de todo el sistema, no de unos cuantos. Cada quien en su papel.

Los temas, a veces, son álgidos. Imagínese hablar de la necesidad de regular drogas como estrategia de paz en Sinaloa, pero si un estado como éste no entiende la estrategia de regulación, menos lo entenderán los demás. El 80% de los asesinatos son ejecuciones de narco-menudeo en barrios pobres. Así es el mercado negro de las drogas, violento y corruptor, así es su dinámica, plata y plomo, por eso no hay más alternativa que desaparecerlo mediante la regulación. Esa es la solución inteligente.

En una de esas reuniones, los medios de comunicación pidieron permiso para participar como ciudadanos. Dejaron sus cámaras y micrófonos a un lado y, entusiasmados, empezaron a proponer soluciones. Fue algo mágico. Estábamos interactuando desde el nivel de consciencia de la paz y eso es muy atractivo. Cuando se logra eso, se logra lo más importante: afán de resolver, afán de ayudarnos a nosotros mismos pero también a los demás. La paz es poderosa. Todos caben en la paz.

En el último cambio de administración, el nuevo gobernador ya no quiso seguir con el programa de manera oficial. ¿Qué hacer? Muy sencillo, les comenté, continúenlo ustedes, los ciudadanos, y sigan invitando a las autoridades y a los medios. Tomen el control de la agenda. Y así fue.

Este año, Sinaloa cierra con un Semáforo muy en verde. En el año han logrado bajar los homicidios un 20% respecto al año pasado y un 30% respecto a su media histórica. De ser uno de los estados con mayores tasas de homicidio, hoy se ubica en el lugar 11 de la tabla nacional, aun por encima de la tasa nacional de homicidios, pero por debajo de Colima, Baja California, Chihuahua, Guanajuato, Morelos, Guerrero, Quintana Roo, Michoacán, Zacatecas y Sonora.

Todo ello a pesar de que el gobierno federal puso en aprietos a Culiacán con un operativo sin pies ni cabeza; un operativo para alimentar necesidades mediáticas de la DEA.  Acciones que -como ya deberíamos saber- no bajan consumos, ni oferta de drogas, pero sí suben violencia y corrupción.

Este año, Sinaloa comparado contra su media histórica, ha logrado bajar el secuestro un 25%, la extorsión 35%, el robo de vehículo un 28% y el feminicidio un 33%. Culiacán mantiene en rojo los robos a casa y a negocio, pero el resto del estado muestra muchos verdes.

Los delitos socio-familiares: violación, violencia familiar y lesiones dolosas aún están en los rojos. Las autoridades y la sociedad necesitan trabajar estos delitos con prevención, gasto social y mucha información preventiva. Ese es el siguiente paso.

¿Qué nos enseña un estado como Sinaloa? Muchas cosas. La importancia de la participación ciudadana, la paz como tema de todos, lo importante de un buen nivel de consciencia en este tipo de programas; modestia, aceptación, aprendizaje continuo; poco ego y una metodología que ayude a tomar mejores decisiones y que se evalúe con objetividad, públicamente, mes a mes por todos.

Si Sinaloa y sus municipios siguen haciendo lo que está haciendo, pueden ser una gran historia de éxito para todo México.

Ojalá el gobierno federal pueda aprender de este proceso y entender que la mejor manera de contribuir a la paz de México es regulando las drogas y fortaleciendo los presupuestos estatales y municipales.

Felicidades a los sinaloenses por su valentía y por su ejemplo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *