Respetar y ser respetado, la clave para construir sociedades de paz
La convivencia armónica es tarea de la sociedad en general, por lo que mantener sociedades pacíficas nos corresponde a todos y todas.
Todos tenemos derechos humanos. En medida que cada individuo respete el derecho del otro y haga respetar el propio, tendremos sociedades pacíficas. De manera que, sin importar nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua o cualquier otra condición, todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna.
Se trata de derechos internacionales que establecen las obligaciones que tienen los gobiernos de tomar medidas en determinadas situaciones, o bien, de abstenerse de actuar de determinada forma en otras, a fin de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales de los individuos o grupos.
Los estados asumen las obligaciones y los deberes, sin embargo, también deben abstenerse de interferir en el disfrute de los derechos humanos, o bien, de limitarlos, por lo que los países están impedidos de abusar de los derechos humanos contra individuos y grupos y, en cambio, deben adoptar medidas positivas para facilitar el disfrute de los derechos humanos básicos.
Los niveles más altos de paz positiva se vinculan al crecimiento elevado de los ingresos, mejores resultados ambientales, altos niveles de bienestar, mejores resultados de desarrollo y una mayor resiliencia.
Todos construimos la paz
El respeto hacia los demás es básico para vivir en paz. En lo individual, todos y todas debemos hacer respetar nuestros derechos humanos y respetar los derechos humanos de los demás, lo que permitirá una convivencia pacífica entre los individuos y, con ello, tener sociedades pacíficas.
El visitador general con sede en Nezahualcóyotl, de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México (CODHEM), Gregorio Matías Duarte Olivares, indicó que todas las personas que integran una sociedad son susceptibles de ser beneficiadas por los derechos humanos, pero también conlleva obligaciones.
“En la medida en que cumpla con mis obligaciones de respeto hacia los demás, de sus derechos, eso va a generar una sociedad que pueda vivir en paz”, dijo.
Pilar de paz: Buen funcionamiento de gobierno
La aplicación de los derechos humanos a la que se encuentran obligadas todas las autoridades se rige por los siguientes principios:
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Principio de la universalidad
Se relaciona a la igualdad y no discriminación.
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Principio de Interdependencia
Reconocer cada uno de los derechos humanos implica necesariamente que se respeten y se protejan múltiples derechos vinculados.
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Principio de Indivisibilidad
Los derechos humanos no pueden ser fragmentados por ningún motivo. Deben ser reconocidos, protegidos y se debe garantizar su aplicación por parte de todas las autoridades.
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Principio de interdependencia e indivisibilidad
Todos los derechos humanos son indivisibles, interrelacionados e interdependientes. El avance de uno facilita el avance de los demás. De la misma manera, la privación de un derecho afecta negativamente al resto.
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Principio de Progresividad
Es obligación del Estado asegurar el progreso en el desarrollo constructivo de los derechos humanos, lo que implica una prohibición para el Estado respecto a cualquier retroceso de los derechos. El Estado debe proveer las condiciones de disfrute de estos.
Pilar de paz: Distribución de los recursos
Los 8 pilares de paz positiva
El concepto de paz positiva se refiere a actitudes, instituciones y estructuras que crean y sostienen sociedades pacíficas. Los países que se rigen bajo este concepto mantienen relaciones externas, se muestran más pacíficos y tienden a ser más estables políticamente; tienen además gobiernos que funcionan mejor, están integrados regionalmente y cuentan con niveles más bajos de conflicto interno organizado.
El tema del respeto mutuo para sociedades de paz se aborda en los Ocho pilares de paz positiva, que consiste básicamente en factores clave que ayudan al funcionamiento en el sistema socioeconómico y que permiten mayor resiliencia y adaptación al cambio.
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Buen funcionamiento del Gobierno.
Si el gobierno funciona correctamente nos proporciona servicios públicos y civiles de alta calidad, nos genera confianza y participación, demuestra estabilidad política y defiende el estado de derecho.
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Entorno empresarial sólido.
Implica la fortaleza de las condiciones económicas, así como de las instituciones formales que apoyan el funcionamiento del sector privado. La competitividad empresarial y la productividad económica están asociadas a los países más pacíficos.
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Distribución equitativa de los recursos.
Los países pacíficos tienden a garantizar la equidad en el acceso a recursos como educación, salud y oportunidades económicas.
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Aceptación de los derechos de los demás.
Los países pacíficos a menudo tienen leyes formales que garantizan los derechos humanos y las libertades básicas.
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Buenas relaciones con los vecinos.
Las relaciones pacíficas con otros países resultan fundamentales.
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Libre flujo de información.
Los medios de comunicación libres e independientes difunden información de una manera que conduce a un mayor conocimiento y ayuda a las personas, las empresas y la sociedad civil a tomar mejores decisiones. Esto conduce a resultados óptimos y respuestas más racionales en tiempos de crisis.
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Altos niveles de capital humano.
Una base de capital humano calificado refleja la medida en que las sociedades educan a los ciudadanos y promueven el desarrollo del conocimiento. Ello mejora la productividad económica, la atención a la juventud, la participación política y el capital social.
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Bajos niveles de corrupción.
En las sociedades con altos niveles de corrupción, los recursos se asignan de manera ineficiente. A menudo, esto conduce a una falta de fondos para servicios esenciales, así como disturbios civiles. Un nivel bajo de corrupción puede mejorar la confianza en las instituciones.
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