El impacto social del narcotráfico en los estándares de belleza y feminidad de las mujeres

El impacto social del narcotráfico en los estándares de belleza y feminidad de las mujeres

En muchas de las regiones con presencia de crimen organizado, el narcotráfico ha influido significativamente en la forma de ver y concebir la realidad. El poder económico derivado del tráfico de drogas ha propiciado la generación de un fenómeno social que se denomina “narco cultura”; esta puede ser definida como un conjunto de símbolos que crean expectativas de vida y legitiman las actividades ilícitas. 

Este estilo de vida ha impactado en todas las esferas y se manifiesta claramente en la arquitectura, el lenguaje, la música, cuyo denominador común es el reflejo de poder, ostentación y riqueza.

 

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Narcotráfico y la apariencia física de las personas

Este estilo de vida propiciado por el narcotráfico, ha influido significativamente en los estándares y expectativas relacionados con la apariencia física de las mujeres, resaltando, cómo las dinámicas de poder y control pueden moldear de manera determinante los estándares culturales, promoviendo la objetivación del cuerpo femenino, reduciendo a las mujeres a meros objetos de apropiación. 

El estereotipo de belleza de las mujeres en este contexto, se caracteriza por la exageración de los rasgos del cuerpo, que al generalizarse y ser concebido como un canon ideal, ocasiona en las mujeres, una fuerte presión por alcanzar este estándar y cumplir con este mandato, y en consecuencia, una afectación psicológica que se manifiesta en baja autoestima, ansiedad y depresión al compararse con estos ideales de belleza. 

Además, esta influencia perpetúa estereotipos y roles de género dañinos, reforzando la idea de que el valor de una mujer está intrínsecamente ligado a su apariencia física.

 

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Investigaciones académicas sobre el impacto de la narcocultura en los estereotipos de belleza

Respecto a este tema se han realizado diversas investigaciones académicas tanto en nuestro país, como en otras partes de Latinoamérica con clara influencia del narcotráfico. En nuestra entidad federativa, la Dra. Lizbeth García Montoya, investigadora adscrita a la Unidad de Estudios de Posgrado de la Facultad de Derecho, Culiacán, de la Universidad Autónoma de Sinaloa, ha venido indagando sobre el tema. 

Al participar en la mesa del programa de radio “Mujeres de Paz” señaló que “las actividades propias del narcotráfico, con el transcurso del tiempo permean a nivel social y en ese sentido, este estilo de vida va impactando en una forma de concebir la feminidad de las mujeres que va evolucionando según los estándares de la moda y de la exigencia a nivel social, a tal modo de poderse implementar en Sinaloa este estilo de vida con todos los matices que podría desarrollarse dentro de la cultura pues habla de la moda, de la música de los lugares que hay que visitar, de la forma o el estilo físico que hay que lucir no solamente las mujeres, sino también los hombres, incluso el comportamiento y la forma de pensar”.

Además, destacó que las mujeres que ha entrevistado como parte de su investigación, le han referido que se involucraron dentro del mundo del narco por seguridad y poder, pues adoptan ese estilo de vida ya que perteneciendo a este se sienten seguras, porque el gobierno no las protege. Además, refirió que de estos resultados preliminares, una de las entrevistadas le respondió que además de seguridad busca poder en ese estilo de vida adoptado, “pues de esa manera nadie me roba, y si me roban voy a saber y va a tener su castigo”. 

 

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Influencia de los grupos de pertenencia

Otro de los factores encontrados, dice, es la influencia del grupo de amigas, “cómo es que ellas van adentrándose en ese estilo de vida, pero a la vez van empujando a otras más para que inicien su carrera dentro de ese estilo de vida”. Aclara que llama carrera pues “así lo ven ellas, una carrera que les va a proporcionar un estándar económico alto donde no necesitan trabajar o trabajar dentro perteneciendo a ese estilo de vida con un prototipo físico y efectivamente así lo ven como un trabajo, una carrera que les va permitir ese estándar económico que ellas buscan y que difícilmente estudiando lo tendrían”. 

En ese mismo evento, la Antropóloga Social, Itzel Hernández Avilez, investigadora del tema como como parte de su tesis de la Maestría en Violencias de Género de la UAS, señaló que de acuerdo a la literatura y a lo referido por mujeres que han intervenido sus cuerpos con cirugías plásticas, el estereotipo conocido como “cuerpo  de buchona” identificado por un cuerpo voluptuoso con pecho grande,  cintura estrecha,  mucho glúteo, caderas anchas, piernas torneadas y con un tipo de cara, ha venido cambiando, se  ha transformado en un gusto por los cuerpo delgados, y si bien ha existido un boom de las cirugías que no había existido en la historia de Culiacán, hay nuevas técnicas y procedimientos, que incluso algunas se notan y otras no, y eso tiene que ver con el lugar que las mujeres ocupan en la escala de esa narco cultura.

También afirma que en las mujeres que se someten a cirugías existe una disonancia cognitiva de que saben que hay un riesgo de morir pero el objetivo es mucho más importante, existe, dice, un “profundo disciplinamiento corporal al que estamos sometidas las mujeres, incluso las que no accedemos a estas cirugías porque la idea de fracaso tiene que ver con un cuerpo gordo, como de: es que no le estoy echando ganas, no me cuidé y por eso engordé, es que ya no te cuidas y por eso no te maquillas; entonces estos mensajes chiquitos que escuchamos todo el tiempo desde niñas tienen una implicación en la percepción de nosotras mismas. 

 

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El empoderamiento falso de los estereotipos de belleza

En las redes sociales estamos bombardeadas con imágenes que muestran chicas con fajas recién operadas con los drenajes visibles y que son imágenes que hace 10 años no se veían, porque las mujeres ocultaban los procedimientos que se realizaban y ahora vemos. Existe, dice, un discurso constante de sufrir para merecer, -la belleza cuesta- y que está muy relacionado con esta predisposición culturalmente impuesta de que las mujeres nos sacrifiquemos, desde que nos sacamos la ceja y duele, y nos enseña que duele pero si no nos vamos a ver desarregladas. Hay una edad en la que somos muy vulnerables respecto a la autoimagen corporal que es la pubertad y adolescencia y ahora están bombardeadas por estos modelos en donde por medio de reels de 20 segundos vemos que una mujer que tenía un cuerpo grande se vuelve torneada mágicamente y aparece este mensaje de -yo quiero eso-. 

La socióloga y destacada feminista Lydia Guadalupe Ojeda Esquerra, manifestó que culturalmente hay una percepción de búsqueda de empoderamiento y aclara que “es una forma de empoderamiento falso, que se genere autonomía, un permiso para estar dentro de un estatus (las mujeres) se someten a procedimientos irregulares, clandestinos, o a través de médicos que no cuentan con las licencias que requiere el marco normativo en materia de salud”.

El hecho de que las mujeres sigan sometiéndose a esos procedimientos, coloca en esa percepción, de que al cambiar sus cuerpos aparentemente su imaginario personal y social va a cambiar porque hay un proceso de cosificación de las mujeres de un falso reconocimiento a partir de la estética. Recordemos, dice, que históricamente las mujeres estamos destinadas a la cuestión estética y doméstica y los hombres al raciocinio.  

 

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Adaptación al contexto social

La Lic. Esquerra, considera que desde “el feminismo y pensamiento crítico se debe indagar cuestionando la norma social que las está obligando bajo un imaginario de empoderamiento, de autonomía, de belleza, de estatus que debe cambiarse para la seguridad de las mujeres, para su autonomía, empoderamiento y amor propio y para romper con esos estándares de belleza que son violentos”.  

También recalcó que “las mujeres se van adaptando al hábito social y no solo en cuanto a la estética sino a todo lo que forma parte del contexto social. Mujeres, dice, han muerto al practicarse cirugías plásticas con el propósito de encajar en ese estilo de vida, y en ese sentido, reflexiona que el Estado está siendo omiso al atender una problemática violatoria a los derechos humanos, una problemática que tiene que ver con la seguridad y bienestar de las mujeres.

Finalmente, García Montoya señala que “el gobierno necesita visualizar que hay un problema latente en Sinaloa que está costando vidas impactando en el plano social, individual, en la salud física y mental en el plano familiar porque muchas de estas mujeres que desean seguir este estilo de vida abandonan a hijas e hijos que están en crecimiento”. 

 

Puedes escuchar el programa completo “el narcotráfico en la belleza femenina” en https://labella.fm/programacion/mujeres-de-paz/

 


Beatríz López Construyendo Espacios para la Paz

 

Autora: Beatriz López

Proyecto Mujeres de Paz