Día Internacional de la Mujer; desafíos de la educación para construir la paz y la justicia social

Día Internacional de la Mujer; desafíos de la educación para construir la paz y la justicia social

En el marco de la conmemoración del 8 de Marzo, hemos visto diferentes manifestaciones y mensajes de apoyo en pro del empoderamiento de las mujeres. Algunos de ellos muy significativos y llenos de simbolismos como lo son las marchas por la defensa de nuestros derechos.

Estos eventos coloreados de morado y colmados de mensajes, que van desde los llamados más radicales, a las expresiones más edulcoradas, como lo es el sentido y doloroso reclamo a las autoridades por la impunidad, los feminicidios en aumento y las desapariciones de mujeres, jóvenes y niñas, así como el grito y los himnos al unísono por la liberación femenina y la igualdad en todos los ámbitos; nos invitan a  reflexionar y tomar conciencia sobre la brecha de género aún existente, el machismo, la desigualdad, la segregación y la revictimización, entre otros fenómenos que aún afectan gravemente el avance y desarrollo de las niñas, las jóvenes y las mujeres en su máximo potencial.

 

Llamados legítimos

Todos estos llamados, protestas y reclamos son sumamente legítimos, importantes y genuinos, por que han emergido desde la sociedad civil, los colectivos y otras demás actoras, que han gestado una masa crítica de mujeres bien organizadas que sustenta el movimiento feminista y que durante muchos años de lucha, ha permitido que se creen los mecanismos legales, las políticas públicas y las estructuras para la defensa de los derechos de las mujeres, es decir hemos pasado del discurso indignado a la acción.

En los tiempos actuales, la gran crisis de la situación de las mujeres prevalece en muchos sectores y hoy en día nos invitan a reflexionar como sociedad. Entonces, ¿qué está faltando para que las mujeres avancemos? ¿qué estamos dejando de hacer o cómo podríamos hacerlo mejor? ¿cómo podemos construir nuevos modelos sostenibles para el futuro, que nos lleven a ese estadío de justicia social, paz y bienestar para las mujeres, jóvenes y niñas?

Ante estas preguntas, la respuesta más simple es y será siempre, trabajar en la formación y educación de la sociedad en su conjunto, particularmente de las nuevas generaciones de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes.

Esto significa, que las educadoras y los educadores, así como los padres y madres de familia tenemos un gran desafío y necesitamos urgentemente hacerle frente. No solo se trata de sensibilizar sobre la violencia de género, ni de informar sobre los derechos de las mujeres, así pues tampoco será suficiente darles a conocer los mecanismos y protocolos para la garantía de esos derechos, tenemos que ir más fondo.

 

Replantear el significado

¿Cómo hacerlo?, la invitación es a replantearnos esos marcos teóricos sobre lo que significa el empoderamiento femenino y las masculinidades, cuestionar y explicar a las generaciones más jóvenes, esos referentes obsoletos donde la falta de diversidad prevalece y el sistema nos ofrece modelos aspiracionales y cánones de perfección a veces inalcanzables, que nos arrastra a un espiral que nos sumerge en dinámicas que nos estereotipan y que  nos cosifican a las mujeres, que desdeñan la esencia humana, propician la infravaloración, la insatisfacción personal, la agotadora búsqueda infinita de la aceptación y validación de terceros en ocasiones por los medios más inadecuados y autodestructivos, que pone en riesgo a mujeres, niñas, adolescentes y jóvenes de ser objeto de discriminación, acoso, privación de sus derechos, violencia o de la comisión de un delito como el feminicidio.

El desafìo es reflexionar e invitar a la reflexión, discernir del discurso de las estructuras de poder que nos limitan en nuestras potencialidades, que nos quieren dictar cómo debemos ser y que comúnmente nos atrapan con innovadoras y seductoras formas de conquista a través de moldear nuestros anhelos, deseos y aspiraciones, pero solo para su beneficio político y el de sus capitales.

Quienes tenemos el gran privilegio de educar ya sea en la escuela o en casa,  debemos trabajar unidos, construir un discurso común y una nueva narrativa social en pro de una cultura de respeto a la individualidad, en donde al mismo tiempo podamos encontrar y valorar nuestra esencia y humanidad común, vernos como iguales y entender que sin estos conceptos no puede ser concebida la paz, la justicia social y el bienestar de toda la sociedad. El compromiso es de todas y todos y ya vamos tarde, es tiempo de tomar acción.

 


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